
De la plaza al mercado: la libertad como acción y capacidad
Sentada en un banco de Central Park, Hannah Arendt escribía con manos febriles y ojos que parecían ver más allá del bullicio de la ciudad, como si la política no fuera un conjunto de reglas abstractas sino un aliento colectivo nacido de la acción, del gesto compartido, de la pluralidad que se convierte en libertad; y al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia y décadas después, Amartya Sen, con la calma de una tetera que gorgotea sobre una mesa de Cambridge, señalaba que la economía no podía reducirse a números y gráficos, sino que debía entenderse como una capacidad, como una posibilidad concreta de vivir una vida que mereciera la pena vivir, y que la justicia no era un concepto abstracto sino una práctica cotidiana, una medición de la vida por las opciones que permite.
El siglo XX, con sus ruinas y sus promesas, los había enfrentado a un mundo que oscilaba entre el totalitarismo y los mercados inflados, entre el miedo al Leviatán y la intoxicación del beneficio, pero ambos, aunque con estilos diferentes, habían insistido en un punto común: la libertad nunca es un lujo, sino un fundamento, y se expresa no sólo en los votos o en el PIB, sino en la capacidad de actuar juntos, de construir espacios públicos y oportunidades privadas que devuelvan la dignidad a la existencia.
Arendt, con su voz cortante y su experiencia como exiliada marcada por la oscuridad del totalitarismo, comprendió que la política no podía reducirse a la burocracia ni al cálculo del poder, sino que debía entenderse como acción, como el nacimiento continuo de algo nuevo en el espacio compartido de la plaza pública, donde la pluralidad no es un obstáculo, sino la condición misma de la libertad. Sen, criada entre los templos y la pobreza de la India, comprendió, en cambio, que la economía no podía simplemente medir el crecimiento, sino que debía cuestionar las capacidades reales de las personas, su capacidad de elegir, de estudiar, de cuidarse, de vivir con dignidad, y que el desarrollo no era una acumulación de riqueza, sino una expansión de la libertad.
Dos imágenes, entonces: la plaza y el mercado, que no se oponen sino que se entrelazan, porque la libertad no es sólo una voz que se alza en el espacio público, sino también una posibilidad concreta de vivir una vida digna; y si la plaza sin mercado corre el riesgo de ser un grito vacío, el mercado sin plaza se convierte en un mecanismo ciego que devora vidas sin restituirles sentido.
Hoy, en un momento en que la plaza pública parece disolverse en flujos digitales y el mercado se expande hasta abarcar nuestra propia atención, el diálogo entre Arendt y Sen se vuelve más urgente que nunca: nos recuerda que la política no es burocracia y la economía no es ganancia, sino que ambas son estructuras invisibles que sostienen la vida colectiva, y que sin acción y sin capacidad, la libertad se reduce a una palabra vacía, un eslogan que ya no ilumina ningún camino.
La crisis climática, las desigualdades globales, la tecnología que está transformando las relaciones y los mercados que están colonizando todos los espacios de la vida nos plantean un desafío radical: repensar la libertad no como un privilegio de unos pocos, sino como una condición para todos, y reconocer que siempre surge de una combinación de acción y capacidad, de espacio público y mercado, de voz y elección.
Así, si Arendt nos insta a no olvidar que la política es actuar en conjunto y que la libertad es pluralidad, y si Sen nos recuerda que la economía debe medirse con la vida real y que el desarrollo es libertad, entonces nuestra tarea es construir ciudades que sean al mismo tiempo plazas y mercados, espacios públicos y oportunidades privadas, lugares donde la libertad no sea un concepto abstracto sino una experiencia cotidiana, y donde la dignidad no sea un lujo sino un derecho.
En definitiva, su legado nos dice que la libertad nunca es un don celestial, sino un esfuerzo continuo, un entramado frágil pero poderoso que se renueva cada día. Si queremos que sobreviva a las crisis del presente, debemos aprender a vivirla no solo como una palabra, sino como una acción y una capacidad, como un mercado y un mercado, como un aliento colectivo y una oportunidad individual.
Hannah Arendt (1906–1975)
Orígenes: Nació el 14 de octubre de 1906 en Linden, un suburbio de Hannover, en una familia judía burguesa.
Educación: Estudió filosofía con maestros como Martin Heidegger, Edmund Husserl y Karl Jaspers.
Exilio: Obligada a abandonar la Alemania nazi en 1933, vivió en Francia y luego en Estados Unidos, donde obtuvo la ciudadanía.
Obras principales:
Los orígenes del totalitarismo (1951) , un análisis pionero de los regímenes totalitarios.
Vita activa. La condición humana (1958) , una reflexión sobre la acción y la pluralidad.
La banalidad del mal. Eichmann en Jerusalén (1963) , un informe sobre el juicio a Eichmann que provocó mucho debate.
Carrera académica: Impartió docencia en prestigiosas universidades estadounidenses, entre ellas Berkeley, Princeton, Chicago y la New School for Social Research.
Muerte: Murió en Nueva York el 4 de diciembre de 1975, a la edad de 69 años.
Arendt sigue siendo una de las teóricas políticas más influyentes del siglo XX, recordada por su capacidad de vincular la biografía personal y la reflexión filosófica.
Amartya Sen (1933)
Orígenes: Nació el 3 de noviembre de 1933, en Santiniketan, Bengala Occidental, India, en un campus universitario fundado por Rabindranath Tagore.
Educación: Estudió en el Presidency College de Calcuta y obtuvo un doctorado en economía en el Trinity College de Cambridge en 1959.
Carrera académica:
Profesor en India (Calcuta, Delhi).
Profesor de la London School of Economics (1971-1977).
Profesor en Oxford (1977-1988).
Desde 1988 es profesor de la Universidad Lamont en Harvard.
Contribuciones teóricas:
Revolucionó la economía del bienestar y la teoría de la justicia.
Desarrolló el enfoque de las capacidades , según el cual el desarrollo se mide no sólo en términos de crecimiento económico, sino en la posibilidad real de las personas de vivir una vida digna.
Premios: Premio Nobel de Economía en 1998, por sus estudios sobre la pobreza, el hambre y el desarrollo humano.
Vida personal: Se casó tres veces y tuvo cuatro hijos.
Sen es considerado hoy uno de los pensadores más influyentes en los campos de la economía y la filosofía social, con un impacto directo en las políticas de desarrollo y la lucha contra la desigualdad.

Tiempo e historia
Hannah Arendt y el totalitarismo
En "Los orígenes del totalitarismo", publicado en 1951, la filósofa alemana Hannah Arendt explora los orígenes y el desarrollo de los regímenes totalitarios en la Alemania nazi de Hitler y la Unión Soviética de Stalin. El totalitarismo es un concepto nuevo, el único surgido en 1900, que define una forma de dominación absoluta sin precedentes en la historia. Se trata de un sistema de poder completamente diferente de los regímenes autoritarios conocidos como despotismo, tiranía y dictadura. La esencia del totalitarismo, para Hannah Arendt, reside en el terror perpetrado en los campos de concentración y tiene sus raíces en el antisemitismo, el imperialismo y el racismo. Con este libro, la pensadora alemana, testigo de la tragedia de su tiempo, intenta explicar el mal que marcó el siglo XX y destacar la originalidad aberrante del fenómeno totalitario.
Arendt y Sen encarnan dos perspectivas complementarias: la primera mostró cómo la libertad surge de la acción política y la pluralidad, la segunda demostró que ella tiene sus raíces en las capacidades concretas de vivir con dignidad.


El Festival de Cine de Catania elige la autonomía: cuando la libertad no es un compromiso, sino una declaración.

Exactamente un año. Y nunca nos hemos permitido el lujo de gustarnos.

El genocidio de Gaza: una de las mayores catástrofes humanitarias y morales de nuestro tiempo
C'è una tribù che infesta i nostri salotti e i social network, "una categoria dello spirito" che si nutre di contraddizione e rancore: i "comunisti senza Rolex". Non sono rivoluzionari, non sono idealisti, e nemmeno autentici difensori della giustizia sociale. Sono moralisti di professione, predicatori di un'etica che non nasce da convinzione, ma...
El viaje sin fin: conciencia, consciencia y humanismo
Todo ser humano nace inmerso en un mar de percepciones. La consciencia es la primera orilla que tocamos: un frágil punto de aterrizaje que nos permite decir "yo" al mundo. Pero la consciencia no es un punto fijo: es un movimiento, un fluir que se renueva a cada instante. Es la capacidad de reconocer que estamos vivos y que...


