La criatura y el creador: reflexiones sobre Frankenstein de Mary Shelley y Guillermo del Toro

12.11.2025

Los monstruos no nacen. Se convierten en uno. Mary Shelley lo comprendió con la claridad de quien, a los diecinueve años, ya percibía la fractura de la existencia: la ciencia que promete salvación y, en cambio, genera soledad, el conocimiento que ilumina pero a la vez quema. Frankenstein es la novela de un Prometeo moderno , pero también el diario secreto de todo hombre que se debate entre el deseo de crear y el miedo a destruir. « No soy malo por naturaleza. Era bueno: el sufrimiento me hizo lo que soy ». En esta frase, que encapsula la esencia moral del Frankenstein de Mary Shelley , se condensa el eterno dilema: ¿quién es realmente el monstruo, el que crea o el que abandona? La historia de la Criatura no es solo un relato gótico, sino una investigación filosófica sobre la ciencia, el aislamiento y la frágil frontera entre lo humano y lo inhumano . Guillermo del Toro , con su reciente transposición , ha devuelto el mito a su dimensión más auténtica : la de un espejo que refleja nuestra imperfección , nuestra sed de conocimiento y nuestra necesidad de amor .



Nietzsche habría sonreído amargamente: « Quien lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse él mismo en un monstruo ». Victor Frankenstein no es otra cosa que la encarnación de esta tensión: el creador que, al intentar superar los límites, se refleja en su creación y reconoce su propia culpa.

La dialéctica de la sombra

La Criatura de Shelley y del Toro no es un cadáver mutilado, sino un alma rota. Jacob Elordi lo interpreta como un mosaico de fragmentos y recuerdos, un cuerpo que lleva la herida del rechazo. Dostoievski lo habría visto como « el hombre de la clandestinidad »: alguien que, excluido de la comunidad, transforma su sed de amor en ira, su bondad en venganza.

enseña Jung , la sombra no es solo lo que nos atemoriza: es la parte reprimida de nuestra psique, la que nos completa. La Criatura se convierte entonces en el símbolo de nuestra mitad negada, la voz que exige reconocimiento. No es el mal absoluto, sino la consecuencia del abandono.



El corazón roto que vive

« Así el corazón se romperá, y aun así, roto, vivirá », escribió Byron . Es la condena romántica que vibra en el pecho de la Criatura : vivir sin pertenencia, desear sin plenitud. Levinas nos recuerda que la ética nace del rostro del Otro : reconocer al otro como irreductible , como una vocación . Víctor fue incapaz de responder a esta vocación, y por ello generó no un monstruo, sino una ausencia de amor .

Guillermo del Toro , fiel y visionario , nos muestra que el verdadero horror no es la deformidad, sino el rechazo. La Criatura no asusta: conmueve. Es frágil y grandiosa, como todo hombre que busca su lugar en el mundo. La historia de Frankenstein es una parábola de la dualidad psicológica humana:

  • El Creador : razón, ambición, hybris prometeica *.

  • La Criatura : emoción, necesidad de conexión, herida de exclusión.

Pero esta oposición nunca es definitiva. Es un juego de espejos, donde el monstruo y el hombre intercambian roles. ¿Quién es más monstruoso: el que se atreve a crear o el que se niega a amar?


* hỳbris 〈ìbris〉 sf – Transliteración del griego ὕβρις, que genéricamente significa «insolencia, arrogancia», y que en la cultura griega antigua es también la personificación de la prevaricación del hombre contra la voluntad divina: es el orgullo que, derivado del propio poder o fortuna, se manifiesta con una actitud de obstinada sobreestimación de la propia fuerza, y como tal es castigado por los dioses directamente o a través de la condena de las instituciones terrenales (por ejemplo, la h. de Prometeo ).



Un mito para el presente

Shelley y Del Toro transmiten un mensaje que trasciende los siglos . La diversidad no es mala, es simplemente lo que la sociedad no sabe acoger . La soledad es el verdadero laboratorio del mal. El conocimiento sin responsabilidad es estéril, porque genera abandono en lugar de sanación . La Criatura es nuestro espejo: nos muestra que el mal no surge de la naturaleza, sino de la falta de reconocimiento. Entre la herida y la esperanza, Frankenstein . No es un cuento gótico, sino un tratado sobre la humanidad. No es un monstruo, sino un rostro que exige ser visto. Y entonces comprendemos que su condena es la nuestra: vivir divididos, oscilando entre la luz y la sombra, anhelando un lugar en el mundo . El verdadero monstruo no es quien nace diferente, sino quien se niega a amar .


EN OTRAS PALABRAS


Manifiesto de la Criatura y el Creador

I. Origen

Los monstruos no nacen. Se convierten en monstruos cuando falta el amor, cuando la soledad los consume. Mary Shelley lo escribió con la furia de una adolescente que ya había visto al mundo traicionarla: Frankenstein no es una novela gótica, sino una crítica al abandono.

II. Hibris

Victor Frankenstein es a la vez Prometeo y Fausto. Nietzsche advierte: «Quien lucha con monstruos debe tener cuidado de no convertirse en un monstruo». El Creador, en un intento por vencer a la muerte, genera vida mutilada. Su culpa no está en crear, sino en no amar lo que ha creado.

III. Sombra

La Criatura es la sombra de Jung: lo que reprimimos, lo que nos completa. No es el mal, sino el reflejo de nuestro rechazo. Dostoievski habría reconocido en él al "hombre subterráneo": excluido, herido, transformado por la venganza. Todo monstruo es hijo del aislamiento.

IV. Ética

Levinas nos recuerda: la ética nace del rostro del Otro. Víctor no supo mirar ese rostro. Solo vio la deformidad, no la vocación. Así, no creó un monstruo, sino una ausencia de responsabilidad.

V. Romanticismo

"Así el corazón se romperá, pero roto vivirá." (Byron) La Criatura es el verdadero héroe romántico: condenado al deseo sin plenitud, a vivir sin pertenencia. El dolor se convierte en su lenguaje, la soledad en su canción.

VI. Dualidad

Todo hombre es a la vez Vencedor y Criatura. Creador: razón, ambición, fiebre prometeica. Criatura: emoción, necesidad de conexión, la herida de la exclusión. La dualidad no se resuelve: está habitada. Monstruo y hombre intercambian roles, reflejándose mutuamente.

VII. Actualidad

El mito de Shelley y Del Toro sigue vigente hoy en día:

  • La diversidad es lo que teme la sociedad.

  • La soledad es el laboratorio del mal.

  • El conocimiento sin amor es estéril.

La criatura es nuestro espejo: nos muestra que el mal viene del rechazo, no de la naturaleza.

VIII. Epílogo

Entre la herida y la esperanza, Frankenstein . No es un cadáver, sino un rostro que exige ser visto. No es un monstruo, sino un alma que exige pertenecer.

El verdadero monstruo no es el que nace diferente. El verdadero monstruo es el que se niega a amar.



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